Elecciones
Elegí mal. Cuando la otra noche nos topamos de esa forma tan absurda, y cruzamos algunas palabras, y me avergoncé ante tu belleza, ante tus ojos azules, ante tus labios hermosos -que ganas de devorarte como en el lejano recuerdo ese q me viene algunos días con desesperación, otros con ternura-, supe q no elegir es peor q elegir y equivocarse.
Claro q soy un espejismo de lo que fui entonces, cuando tu sola presencia en el mundo me bastaba para sentir q nada más importaba, q nadie podía con nosotros, q ninguna injusticia podría tocarme porque siempre estabas tú, para abrazarme, sacarme una risa, una canción, un poema, una historia distorsionada, pero heroica, de lo que seríamos. Mi no elección crucificó esas esperanzas, mi miedo a no ser lo suficiente, a amar demasiado, a que el cielo estaba demasiado cerca para ser cielo.
Elegí mal, y en la elección arrastré a un desconocido, que no tenía mis colores, ni mis melodías, q no entendía mis letras, ni mis pasiones, q no encendió más q una llama tibia y mi piel se puso fría y áspera y dejó de latir en cada cenímetro de su extensión. Fui una muerta entre sus brazos, un ser sin alma que vagó por el infierno de la duda durante tanto tiempo que olvidó la eternidad.
Claro que ese encuentro casual no fue tanto así, porque esa mañana cuando desperté mi alma me avisó que pasaría junto a la tuya, porque extrañamente pensé en ti como hacía tiempo no lo hacía. Es que ahora otros ojos azules me miran de cerca y yo recuerdo...
NO fui capaz de dar la vuelta y verte desaparecer nuevamente. Desperataste una bestia dormida. Nada será igual después de que tus dedos se enredaron en mi pelo en ese gesto tierno que sólo puede venir de ti.